HISTORIA DEL VINO EN ARGENTINA
La vid no existía en América hasta la llegada de los
españoles en 1493, colocando las primeras variedades en la Antillas pero a causa del clima de la región
caribeña, estas especies no lograron fructificar.
Cuando se fundan
ciudades como Mendoza, en 1561, y
San Juan, en 1562, eran puntos estratégicos por donde ingresaron viñas desde
Chile a la Región de Cuyo, para diseminarse luego por todo el territorio.
En Argentina, la expansión de las cosechas de viñedos se
relaciona estrechamente con la difusión del cristianismo.
En 1853 el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), que era
gobernador de Cuyo (Mendoza - San Juan), contrataría al francés Aimé Pouget,
quien se encargó de reproducir las primeras cepas de variedad francesa, entre
ellas la reconocida Malbec.
En 1919, después de la
Primera Guerra Mundial (1914-1918), los vinos argentinos adquirieron calidad, y
las cepas traídas desde Francia, Italia y España dieron excelentes resultados
en un suelo y clima que, sin duda, eran ideales para el cultivo de la vid.
En los años sesenta, a
raíz de desgravaciones impositivas y cambios tecnológicos, se implantaron
viñedos cultivados en parral con uva de alto rendimiento y baja calidad
ecológica. Así, la superficie trepó a un total de 350.680 hectáreas en 1977. y
justo cuando la producción alcanzaba récords históricos, el consumo de vino
comenzó a mermar.
Sin embargo, a partir de
1982, con nuevas reglamentaciones y la disminución de los viñedos por abandono
debido a su falta de rentabilidad, el sector fue orientado hacia su
normalización.
En 1987, la superficie
de los viñedos había descendido a 274.705 hectáreas , y aún no podía hablarse
de vinos de calidad.
A partir de abril de
1991 las fronteras dé la Argentina se abrieron para los productores, y cuando
en 1992 se comenzó a importar bienes de capital con arancel cero, algunas
bodegas iniciaron su modernización.
Esta etapa se
caracterizó por la importación de acero inoxidable para reemplazar las piletas
de hormigón; el uso de barricas de roble fabricadas en Francia (90%) o Estados
Unidos (10%); y la compra de nuevas líneas de embotellado y etiquetado,
principalmente desde Italia.
Muchas instituciones
públicas y privadas ofrecieron, a lo largo y ancho del país, cursos de degustación y conocimiento del
vino más o menos avanzado, con apoyo y material suministrado por las bodegas.
Finalmente comienza a crecer la exportación, llegando vinos finos argentinos a
países como Gran Bretaña, Francia, España, Italia, Suecia, Noruega, Dinamarca,
Alemania, Portugal, Turquía, Estados Unidos y Canadá, entre otros.
Actualmente la zona vitivinícola argentina se extiende desde el norte de
Cafayate en Salta (Región Noroeste) hasta el sur en el alto valle de Río Negro
(Región Patagónica Andina) y desde la majestuosa cordillera andina en el este
hasta los valles del oeste de Mendoza (Región Cuyo).